Jugar cíclope, el efecto óptico que se hace cuando juntas las frentes con otra persona, el arreglar para el «grupo de estudio 2» , comer aguacate con tortilla y salsa de soya por los edificios morados, o una paleta Mega en la Metropolis, pasear buscando zapatos que al fin le queden a uno para no seguir deformando el pie, pasar horas jugando solo en una manta (ya sea en la área verde de un edificio 30 o en la que se pone sobre la cama para jugar con legos), correr en las mañanas por salir tarde después de esperar luego de estar listo, las jornadas con los libros ilustrados y sus versiones audibles para aprender a leer, las dos que tres lecturas únicas obligando a otra, las sesiones eternas viendo televisión con una niñera a blanco y negro en que se pueden distinguir los colores con los tonos de los grises, los viajes a colectivos en zonas refundidas de soya para esperar el bus 31 en la zona de los centros comerciales en vez de subir a los otros para tomar a la 44 y terminar colgándose en la 33 B para llegar a la 11pm para saber que te iban a echar a la siguiente y que todas tus cuentas fueron abiertas y has perdido a la mayoría de los amigos por desinformación en las cuentas oficiales, los interminables intentos por hacer que alce el vuelo desde menos de 7 años… las mil ofensas y daños trastocados o maquillados; los prestamos de 20, o enseñar a cómo resetear la caja fuerte para poder abrirla y sacar el dinero que pocas veces vuelve al condonarse la deuda. El odio y violencia como forma de vida y creencia de que es otra expresión que nunca existió ni siquiera para quien puso la única simiente. El escapar constantemente las tarde en otras partes para no tener que ver a los agresores, hasta que llega la hora de la cena, y poder comer en silencio, solo con algún anime o serie desde temprana edad o en soledad con los sonidos. Las largas jornadas contando los cielos falsos al no poder ni salir de la casa, las horas tirando una sola pelota al cielo para cacharla una y otra vez, hasta aburrir, como entrenamiento para los brazos y mente.
Los mil y un cuentos de alguien que pidió trabajo, o se le ofreció; pero iba buscando otra cosa, desde dos vástagos antes y con el primero que cayó…